Este es un post invitado de Carlos Fernández, creador del proyecto Kaya Gea
Viajar es una de las experiencias más enriquecedoras que puedes disfrutar durante tu vida.
Amplia tus horizontes de un modo alucinante y hace que cuando vuelves a casa ya no seas el mismo.
Yo era uno de esos viajeros que cuando buscaba en Booking siempre marcaba las mismas opciones:
- 4 o 5 estrellas en los hoteles.
- Paquetes por agencias.
Tenía cierta alergia a salir más allá de las puertas del resort donde me alojaba.
Ahora apenas uso Booking y casi no reservo por agencis. En su lugar, soy adicto a HostelBookers y no soy capaz de pasar más de un día en un resort sin sentirme preso.
En mi caso, este cambio vino por pura casualidad. Mi actual pareja es una auténtica mochilera y me introdujo en este mundo.
Yo llevaba algún tiempo en Brasil y cada vez estaba más concienciado con el medio ambiente, así que tenía mucha curiosidad por experimentar este modo de viajar.
Y no me arrepiento del cambio. De hecho, me arrepiento de no haberlo hecho antes.
Ahora me resulta imposible volver a mis antiguos hábitos de viaje.
No solo descubrí cuánta razón tenía Mónica en su post sobre los mitos y realidades de viajar en pareja (por lo menos en mi caso particular), sino que se abrió una vertiente espectacular para mí.
Y esa es la historia que hoy vengo a contarte.
Os pongo en antecedentes
En mis primeros meses de estancia en Brasil tuve la suerte de viajar al Amazonas y conocer una comunidad de guías de naturaleza. Gente sencilla y comprometida que se ganaba la vida mostrando la selva y su belleza a los turistas.
Pero además, eran personas concienciadas con el medio ambiente y que intentaban hacer todo lo posible por preservar y mantener aquel paraíso. A veces, hasta con peligro para sus propias vidas.
Y es que coexistían mano a mano con otros guías y empresas que no tenían ningún problema en hacer todo lo contrario con tal de llevarse, como dicen aquí, el último Real (la moneda brasileña).
Todas las mañanas nos despertaban sin que todavía no hubiese amanecido para salir de excursión y aprovechar las relativamente bajas temperaturas de primera hora. Teníamos unos 15 minutos para tomar un café antes de la salida.
Ya el primer día, me preparé el café y salí afuera. Y allí estaba nuestro guía tomando su café y disfrutando de las primeras luces del día.
No había mejor forma de comenzar el día que así
Los dos en silencio tomábamos un café caliente mientras oíamos los ruidos de los animales y veíamos salir el sol en la Amazonia. Creo que le gustó que yo fuese capaz de apreciar en silencio la belleza del amanecer en el río Amazonas, así que nos hicimos amigos.
Hablamos de mucho durante los momentos que tuvimos en aquel viaje.
Por ejemplo, ¿sabías que los turistas se vuelven locos para que les lleven a nadar con delfines?
Allí son famosos los delfines rosas, una especie en extinción, por cierto.
Pero lo que igual no sabías (tal vez), es que las cremas de protección solar y antimosquitos que llevan los turistas provocan graves heridas en la piel de estos mamíferos.
Aún así, hay muchísimos guías y viajes organizados que te llevan a nadar con los delfines.
Pero bueno, en este post no trato de contarte todo lo bueno o malo que se hace a la naturaleza cuando eres un turista. De algunas cosas llegamos a ser conscientes y de otras no.
Y luego cada persona es como es. Los hay a los que les da igual mientras consigan su foto y hay quienes de verdad se preocupan. Espero que tú seas del segundo grupo.
Viajar de mochilero abre tu mente como pocas otras experiencias pueden hacer
Una de las claves es que te mezclas mucho más con la gente. No estás en un lugar rodeado de otros turistas como tú. En cualquier situación, acabas mirando en cierto modo con los ojos de los que te rodean. Y es mejor cuando esos ojos son los de los locales.
Y es así como comenzaron muchas cosas. Desde empezar a viajar de un modo diferente, a comenzar un proyecto con el objetivo de ayudar a preservar el medio ambiente.
A veces las cosas llegan así. Sin que lo esperes. Te lleva el destino o el camino que has escogido, inconscientemente (o no).
Esto me recuerda el discurso de Steve Jobs en Stanford. Cuando habla de unir los puntos por los que has pasado hasta llegar a una situación en particular.
Solo lo ves cuando miras atrás
Eso mismo te podría ocurrir a ti. En cualquier momento. Pero si te ocurre en el mundo de los viajes, del descubrimiento y de la aventura, va a ser algo que te cambie la vida.
Y si estás leyendo Inteligencia Viajera es porque algo así debes estar buscando.
Si además te pasa como a mí y descubres lo frágil que es todo lo que ves y sientes lo importancia de conservarlo para los que te sigan en la vida, todavía mejor.
En mi caso fueron esas experiencias las que me transformaron en un ecologista convencido.
5 lecciones vitales que me ha enseñado el viajar de mochilero con respecto a la ecología
1. Conocer a la gente local no tiene precio
No sé cómo he podido estar tan ciego.
Viajar junto con otros turistas está bien. Haces muy buenas amistades con gente que tiene tu misma mentalidad viajera. Compartes experiencias y generas un compañerismo increíble en muy poco tiempo.
Pero no hay nada como escaparse y buscar a los locales de los lugares donde estás.
Por lo que yo he vivido, son gente amable y hospitalaria en su mayoría. Tienen tanta curiosidad por ti, como la que tú tienes por conocer su país y su entorno.
Hablando con ellos te enteras de los problemas de la comunidad. Muchas veces descubres que los alimentos y productos que producen para el turismo son la base de la economía local.
Sé que pensarás que inflan los precios y que en algunos casos se aprovechan del turista. Puede ser y probablemente es en muchos casos.
Mi consejo es que seas observador y consumas donde veas que más ayudas a alguien. No tiene por qué ser a la entrada de los monumentos o las atracciones. Puede ser en una tienda del pueblo o a alguien que veas vendiendo agua.
Pero sí te aconsejo que consumas un poco a nivel local. Estarás ayudando a la comunidad. De la importancia de este punto, también te habla Joseba Zarraga en su post sobre cómo planificar viajes en grupo.
A veces sus vidas son lo bastante duras como para justificar que te quieran sacar algún euro más. Más aún, cuando para ellos tú eres multimillonario independientemente del dinero que tengas.
Tú me entiendes.
2. Ves de primera mano la realidad sobre el cambio climático
No hay mejores embajadores del medio ambiente. Cuando viajas de mochila y te mezclas con la gente del lugar, te enteras de verdad de lo que ocurre.
Jamás un guía de un viaje contratado me hizo ver tan claro lo frágil que es cualquier entorno como lo consiguió cualquier persona que conocí viajando con mochila.
Además, ellos son testigos de primera mano a los que nadie suele hacer caso. Te enseñan los sitios más bonitos de su tierra y luego te cuentan cómo eran antes. Recuerdo en Lenções Marenhenses, a los dueños de la casa donde nos alojábamos.
Dos ancianos que llevaban más de la mitad de sus vidas viviendo en la pequeña localidad de Barreirinhas, nos contaban como cada año veían al desierto ganar terreno a la vegetación.
Hablaban de como este año las lluvias habían sido menores y se notaba en las lagunas que se formaban en las dunas.
O en Tayrona, donde el taxista que nos llevaba a la entrada del parque nos iba mostrando laderas de montes por el camino, que mostraban una vegetación completamente seca por la falta de lluvias ese año.
Cuando viendo eso, el hombre te mira a los ojos y te dice: “Por favor intentad no desperdiciar agua, los turistas sois los a los que más os ofrecemos y los que más la desperdician”.
A partir de ahí, miras cada litro que gastas con mucho más cuidado.
3. Te das cuenta de todo lo que te “sobra en la mochila”
Nunca me he sentido más a gusto viajando que con los 40 litros de capacidad de mi mochila. Si no sabes cómo hacer esto, te recomiendo estos 3 posts:
- Cosas que llevar de viaje: reserva un hueco para la tecnología.
- ¿Qué llevo en la mochila para vivir viajando?
- ¿Cómo hacer una mochila para viajar sin fecha de regreso?
Cuando haces el ejercicio de tener que escoger lo indispensable, te das cuenta de que vives con muchas más cosas de las que necesitas. No puedo estar más de acuerdo con Antonio cuando hablaba de que viviendo con pocas cosas, se es más feliz.
Yo todavía no he llegado al nivel de maestro Jedi que él tiene, pero hoy por hoy vivo con menos de un cuarto de las cosas que vivía hace 5 años.
Esta es una de las actitudes más ecologistas que puedes tener. Créeme.
Y lo mejor es que cuando viajas, ves que la gente es muy feliz con mucho menos de lo que tú tienes, por muy poco que tengas.
La gente que conoces, tanto los locales como algunos de los turistas, te dará auténticas lecciones de lo bien y lo libre que se puede vivir con poco.
Y es más, incluso compartirán contigo lo poco que tienen y lo harán encantados.
En la Amazonia, paramos en un poblado indígena para ver el proceso de elaboración de la tapioca. Allí vivía el padre de uno de los porteadores que nos acompañaba.
Mientras los demás iban a la zona donde se realizaba el proceso, a unos pocos nos llevó con él a conocer a su familia. Era una casa muy, muy humilde y el padre encendió fuego y preparó tapioca para todos.
La compartimos juntos conversando y riendo (sobre todo ellos de nosotros cuando nos enseñaron a escalar una palmera).
Luego nos despedimos y no nos dejó pagarle nada a cambio. Intentamos pagar al guía cuando salimos de la casa y tampoco quiso.
Simplemente dijo que había querido compartir con nosotros un tiempo entre amigos con su familia y que eso no nos lo quería cobrar.
Y nos dijo que cuando fuera a nuestras casas podríamos hacer lo mismo. Ya sabíamos que eso sería bastante complicado, pero el detalle no dejó de tocarnos el corazón.
4. Y también te das cuenta de todo lo que te “falta en el corazón”
Joder. Mira que me costó aprender esto.
Para mí el corazón es como un agujero negro. Dicho en el buen sentido de la palabra.
Nunca lo acabas de llenar de buenas experiencias, de buenas conversaciones, de buenos momentos y de buenas sensaciones.
Lo bueno es que a medida que lo haces, vas consiguiendo tapar esas otras experiencias que también lo ocupan y que son, bueno, más duras de digerir.
Pero una vez que comienzas a cargarlo de cosas buenas, ya nunca dejas de hacerlo (o intentarlo). Pero lo mejor es que nunca se llena hasta el punto de decir: “No necesito más”.
Viajar de mochilero es una de las mayores fuentes de carga positiva del corazón.
Y convertirte en alguien preocupado por el medio ambiente, que quiere conservarlo y dejar de hacer aquello que lo perjudica, es una de las mayores fuentes de satisfacción que hay.
No hay nada como volver de un sitio pensando que te ha mejorado a ti y que tú lo has respetado.
5. A la vez que te haces ecologista, crearás ecologistas también
Yo creo que a la gente no es que no le importe el medio ambiente.
Simplemente, no reciben la suficiente información creíble para hacerse una idea de lo importante que es y de las satisfacciones que da el actuar, a nuestra pequeña escala, en estos temas.
Ese es uno de los objetivos de mi blog Kaya Gea.
Cuando ves la realidad con tus propios ojos, muchas cosas cambian.
Por ejemplo, cuando interactúas con gente que pasa hambre, quieres tomar partido porque ves hasta que punto se desperdician alimentos en nuestra sociedad actual.
Si viajas y te gusta descubrir todo lo que puedes de este planeta, compartes con la gente local sus miedos y sus ilusiones.
Te haces testigo de la realidad del medio ambiente.
Has vaciado tu mochila y tu vida de cachivaches que no necesitas, llenando tu corazón de experiencias y valores.
Entonces eres el mejor apóstol del mundo para contar a los demás que vivimos en un mundo muy frágil y que merece mucho la pena poner nuestro grano de arena para conservarlo.
Porque cuando comencé a viajar y empecé a vivir estas 5 lecciones vitales que te acabo de comentar, me di cuenta de que hay un principio que te acaba acompañando a cada sitio que vas.
Cuando dejas un lugar que has visitado, deberías dejarlo mejor de lo que lo encontraste.
Esto no quiere decir que tengas que planificar tus viajes como si se tratase de una misión humanitaria. Pero verás que viviendo así tus viajes, algunos gestos te acaban saliendo solos.
Algunas acciones surgen sin más de ti. Acciones que transmiten tus valores y la forma en la que te sientes identificado con tu entorno. Esto igual suena demasiado filosófico.
Así que deja que te dé un par de ejemplos.
Cómo tú forma de viajar y de ser puede ayudar a cuidar el medio ambiente
1. Zanzíbar
Creo que no evaluamos lo suficiente los efectos de algunas de nuestras acciones.
Arrojar basura al mar no solo contamina, sino que también supone un peligro para muchos de los seres que lo pueblan.
Hace algunos años tuve la oportunidad de conocer Zanzíbar. Una pequeña isla cerca de Tanzania que hace mucho tiempo fue uno de los mayores mercados de esclavos del Índico.
Hacía poco había visto imágenes en un documental sobre los efectos que tiene arrojar basura al mar indiscriminadamente. Bastante terrible. No conseguía quitármelas de la cabeza.
Un día, paseando por una de las playas, vimos que la mar agitada de la noche anterior había traído bastante basura.
Sin más comenzamos a recoger plásticos y botellas. Así pasamos toda la mañana: paseando, bañándonos y recogiendo basura.
Lo espectacular de eso es que al cabo de unas horas, ya éramos unos cuantos haciendo lo mismo.
Bastantes de hecho.
- ¿Se habría puesto la gente a recoger si no lo hubiésemos hecho nosotros? Puede ser.
- ¿ Salvamos la vida de algún animal haciendo eso? Puede ser.
- ¿ Seguirán muriendo muchos animales por este tipo de vertidos? Seguro.
Pero no puedes dejar de hacer algo que crees que ayuda a tu planeta, solo porque tú te ves insignificante.
2. Paraty (Río de Janeiro)
Aquí tuve la oportunidad de conocer a un inglés que ya llevaba mucho tiempo en Brasil. Su proyecto consistía en dedicarse a organizar salidas de aventura en Kayak por la costa norte de São Paulo y Rio de Janeiro.
Y esas rutas de varios días pasaban por poblados por donde, gracias a acuerdos con productores y propietarios locales, se organizaba el alojamiento y la manutención.
Era una experiencia única, alejada totalmente de los circuitos turísticos y en la que interactuabas con la comunidad local (ayudando así a su desarrollo).
Michael no creaba una sola ruta ni organizaba una salida de fin de semana, sin considerar que debíamos devolver algo a la comunidad de la región de la cual íbamos a disfrutar.
Todo estaba organizado de principio a fin para que no hubiera malentendidos y nadie se sintiera timado.
Este extraordinario organizador de salidas de aventura consiguió convertir a muchos extranjeros expatriados en Brasil, en viajeros sostenibles y ecológicos.
Creo que ni él conoce el impacto de la transformación que genera en aquellos con quien viaja. Está en su forma de ser y sus creencias.
Cómo empezar a ser un ecologista viajero
Llegados a este punto del post quiero proponerte que empieces a vivir como un ecologista viajero. Puedes empezar solo con estas 2 acciones:
- Sé consciente del efecto que tú estás dejando: dale un buen vistazo a la huella de carbono que generas y comienza a reducirla. Si nunca has calculado tu huella de carbono, es momento de informarte y comenzar.
- Comienza a tomar partido: no pienses que uno solo no puede cambiar nada contra millones de personas. Ahora te voy a explicar por qué eso no es verdad.
Por muy pequeñas que pienses que son tus acciones, siempre conseguirás 2 efectos:
- Tus acciones ayudarán a algunos animales y a algunas personas: ellos sí te lo agradecerán.
- Otras personas te verán y te seguirán: no hay nada mejor que un efecto multiplicador.
Así que lánzate y comienza a hacer y a crear sinergias positivas. No necesitas ponértelo como tarea. Ni obligarte a ello.
Ya lo llevas en el corazón. Se te notará cuando hablas con los demás y les transmites tus ideas. Te lo verán en la cara.
Yo creo que es necesario vivir esta forma de viajar. Tanto si lo haces solo, como en grupo.
A mí me cambió muchos de mis hábitos y mi forma de ver la vida.
Además no tengas miedo a comunicarlo. Facebook, Twitter o blogs como el mío nunca estarán de más. Cuanta más gente sepa lo gratificante que es, más gente se unirá.
Me gustaría saber si tu experiencia como viajante ha tenido el mismo efecto en ti, que ha tenido en mí
¿Te identificas con alguno de los puntos que te he comentado?
¿Llegaste a conocer alguien en tus viajes que haya dejado huella en tus hábitos?
¿Recuerdas alguna experiencia en tus viajes que te ha impresionado en particular?
Comparte, estás entre amigos. 😉
9 respuestas
Hola Carlos,
Un artículo muy interesante y que la verdad que me ha encantado leer.
Yo llevo un tiempo ya desplazándome en bici a todos lados, rara es la ocasión que uso un coche (aunque algunas las hay), tambien es cierto que puedo ir a mi puesto de trabajo en bici, pero mucha gente prefiere seguir moviendose en coche a pesar de que están más cerca del trabajo de lo que yo estoy. La verdad es que para mi usar la bci tiene todo ventajas: sale mucho más barato, no contribues al deterioro del medio ambiente y haces ejercicio, además, debido a los atascos que sufren los coches, tambien ahorro tiempo. Como único inconveniente diría que la bici no tiene maletero para aquellos dias que quieras hacer la compra, pero es mínimo.
A mi alrededor veo gente que no esta concienciada con el medio ambiente, no les culpo, la información está oculta y va en contra del consumismo así que nadie va a patrocinar el cuidado del medio ambiente. La mayoria de mis amigos ni siquiera reciclan, usan el coche para moverse en trayectos que tardarían solo 10 minutos más si los hicieran andando.
La de cosas que en realidad no sabemos: hace poco me enteré que viajando una vez en avión contaminas más que haciendolo 100 veces en coche, o que algunas estrellas famosas dejaron de usar desodorante por su efecto al medio ambiente (que yo todavía desconozco). A saber las cosas que hago yo que creo que son inocuas y en realidad no lo son….
Bueno me ha gustado mucho leer el artículo ydescubrir otro blog interesante (el tuyo).
Un saludo
Hola Edgar!
Muchas gracias por tu comentario y enhorabuena por tu comportamiento!
Tienes toda la razón en lo que dices. Si alguien nos informara del gran impacto que tiene en el medioambiente algunos pequeños cambios en nuestros hábitos diarios, mucha gente daría el paso adelante.
A la gente le cuesta mucho salir de su zona de confort, pero si conocen las ventajas, estoy seguro de que muchos lo harían.
Como te veo interesado en los temas de ahorro energético e impacto en la huella de carbono, te aconsejo un libro que seguro que te va a gustar: «Hot, flat and crowded. Why the world needs a green revolution». De Thomas Friedman.
Un abrazo y sigue dando ejemplo! Otros te seguirán, creeme.
Muchas gracias por tus aportes Edgar. Me ha alegrado mucho volver a verte por el blog 🙂
Un abrazo crack y te espero en el sudeste asiático
Hola Carlos,
¡Qué buen post!
Cada día me doy más cuenta de todo lo que me sobra en la mochila y me falta en el corazón. No puedo estar más alineada con esa idea.
Viajar de verdad es conocer a la gente local, sus costumbres, y su realidad. Creo que esto es simplemente incompatible con no cuidar la naturaleza… No soy capaz de entender a alguien que disfruta viajando, explorando, conociendo, y que a la vez colabora con la contaminación y la destrucción. Quiero pensar que se trata de desconocimiento pero, ¿cuándo se podrá eliminar por fin la excusa del «desconocimiento»?
Muchas gracias por tu post,
¡Un abrazo!
Hola Esther!
Muchas gracias por tu comentario.
Qué razón tienes!. He encontrado algunas personas que se comportan así y su excusa es que las acciones una persona no puede influir en el cambio climático. Pero olvidan que somos millones de personas haciendo lo mismo.
Te imaginas si consiguieses hacer que esas pequeñas malas acciones pasasen a ser pequeñas contribuciones para mejorar nuestro entorno?
Sería algo muy poderoso.
Tenemos que esforzarnos en educar y concienciar.
Un abrazo y sigue llenando el corazón!
Hola Carlos y Antonio!
Excelente entrada! como ingeniero ambiental coincido en todo lo que planteas en ella. Pienso que viajar es una de las mejores maneras de crear conciencia ambiental.
Muchos éxitos!
Hola! Muchas gracias por tu comentario.
Deberíamos animarnos más a coger la mochila y explorar el mundo que nos rodea. Si conseguimos crear una gran comunidad de personas que tengan esa conciencia ambiental que comentas, podemos empezar a cambiar las cosas.
Abrazo!
Hola Antonio y Carlos 🙂
Muchas gracias por este artículo me ha gustado mucho, la verdad es que me he sentido muy identificada contigo, yo solo he viajado por Europa, México y Guatemala, y hasta que no sales de europa no te das cuenta, de estos problemas, son lugares con leyes ambientales más flojas y permisivas y ves cosas que aquí difícilmente puedes ver
En mi caso, viví dos años en Guadalajara, México, y recuerdo, que uno de los ríos, del área metropolitana de la ciudad, es uno de los ríos más contaminados del mundo. Hubo mucha polémica y el tema se visualizo mucho más porque lamentablemente un niño que cayó al río murió de la contaminación.
Soy ambientóloga y me considero una persona concienciada, pero hasta que no sales y ves la realidad de los sitios, no te das cuenta de muchas cosas y empatizas más con los problemas de los lugareños.
Recuerdo también que por la zona del sudeste mexicano, la zona de la Selva, el turismo estaba destruyendo Ríos, y acabando con mucha vida animal por las lanchas a motor. Pero muchas veces son empresas mas grandes, las que poco les importa el medio ambiente, sino los cuartos exclusivamente.
Sin embargo recuerdo otra zona preciosa también, la Huasteca Potosina, dónde los lugareños, no querían usar lanchas a motor, y para ver la Cascada de Tamul íbamos en barquitas a remo, lo que hacía la experiencia más bonita aún, cuando quedamos con el guía, mis amigas y yo llegamos para la última ronda, y estábamos solas, por lo que disfrutamos la visita para nosotras solas, y fue algo impresionante, dejamos unos segundo de remar, y nos quedamos en silencio, el sonido de la naturaleza era impresionante, cosas que si son masificadas nunca vas a poder disfrutar tanto.
Además el segundo sitio a largo plazo, tendrá un turismo sostenible, del que podrán disfrutar ellos y visitantes mucho tiempo, en el primero es cuestión de que destrocen el ecosistema en pocos años, a mi se me hace también una cuestión ya de visitón cortoplacista que a la larga además no es inteligente pero bueno…
El hecho de viajar con lugareños es otra historia, y conoces a las personas, y las circunstancias de vida mucho mejor, coincido contigo, era forma de viajar te cambia la vida y la forma de ver las cosas 🙂
Hola Rocío!
Muchas gracias por tu comentario. Veo que también eres una viajera!
Yo de México la zona de la que guardo mejor recuerdo es Chiapas, y precisamente por lo que tú comentas.
Cuando fui todavía no había una infraestructura turística importante y eso se notaba en los sitios. Mucho más limpios y mejor conservados por los locales y una paz mucho mayor, incluso en las ruinas históricas.
Es una pena pensar que cuando se abre un lugar natural para que la gente lo disfrute y lo aprecie, corra el peligro de perderse. Y esos lugares no son fáciles de recuperar.
Sigues viviendo por Latino América?
Si es así hay un lugar de esos escondidos en Brasil que te gustará. Se llama Moreré y está en el estado de Bahía.
Sin infraestructura turística y nada más que dos posadas, es un auténtico paraíso.
Un abrazo!